George Segal, Natalie Wood, Richard Benjamin, Valerie Harper, Bob Dishy, Marilyn Sokol, Arlene Golonka, Priscila Barnes, Dom deLuise. Director: Gilbert Cates
CRITICA EN EL PERIÓDICO "LA VANGUARDIA" (18-10-1980)
La controversia que rodea al proyecto de ley sobre el divorcio, parece conceder a este filme una actualidad que tampoco debe sobrevalorarse. Los hechos caricaturizados en una comedia americana de corte costumbrista, difícilmente resultan equiparables a nuestra realidad. Uno de los personajes de la película, abogado especialmente en divorcios y separaciones matrimoniales, afirma: <el divorcio en la industria norteamericana más próspera>. En una sociedad basaba en el consumo, el divorcio abre sin duda la espita de nuevas transacciones comerciales. sin embargo <La última pareja>, como filme que intenta satirizar ciertos aspectos de un país donde el divorcio ya no es novedad, afronta en clave de comedia la crisis de la propia institución matrimonial. En este sentido, la película adopta una postura decididamente conservadora que acaso deba interpretase como reacción ante la frivolidad de algunos comportamientos que se ampara en la moderna liberalidad de costumbres. ¿Está el matrimonio pasado de moda?. El filme intenta contestar esta pregunta, pero lo hace con argumentaciones tan divertidas como parciales. El arquitecto Jeff Thomson (George Segal) y su esposa Mary (Natalie Wood) componen el típico matrimonio modelo. Acostumbran a pasar los fines de semana en compañía de otros matrimonios, también felices en aparencia. Pero estas idilicas reuniones campestres, empiezan a registrar bajas; los matrimonios amigos se separan o divorcian, así que la protagonista se convierte realmente en <la última pareja> de su circulo social. Son casi un producto anacrónico para estos amigos que, de la noche a la mañana, han recobrado la <libertad>, pueden vivir su vida sin ataduras de ninguna clase y recuperar el tiempo perdido. Semejante fiebre divorcista terminará por hacer mella en Jeff y Mary, que no pueden permanecer ajenos viendo tanto naufragio matrimonial, y se sienten obligados a cuestionar su aparente felicidad conyugal. De Gilbert Cates, pudimos ver hace varios meses <Promesa de amor>, un melodrama de aquí te espero. En esta ocasión cambia de género y dirige con cierta impersonalidad una comedia que se apoya en el juego de sus interpretes, y sobre todo en la ingeniosidad de sus diálogos, dos consumados comediantes como George Segal y Natalie Wood encuentran un guión que les permite lucir sus dotes histriónicas. Sin olvidar la eficacia, en cometidos secundarios, de Richard Benjamin o el gordo Don de Luise. <La última pareja> es una película en la que subyace una gran carga moralista. Pero su notaria parcialidad -la epidemia divorcista reflejada en el filme no distingue entre crisis matrimoniales auténticas y frivolidad de costumbres- impide su adopción como punto de referencia en cualquier discusión a favor del divorcio. Se trata en suma de una comedia que se visiona con la sonrisa en los labios gracias al trabajo de sus intérpretes y a las situaciones desarrolladas con habilidad por un guionista de indudable talento. Ll. BONET MOJICA
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George Segal and Natalie Wood portray an upper-class married couple in Los Angeles who find they are the last of a dying breed: all the men and women within their circle of friends are separated from their spouses, divorced, or on the make. Occasionally smart and amusing screenplay by John Herman Shaner doesn't take a righteous stand on the sexy goings-on, though Shaner is quick to point out the pitfalls of the swinging middle-ager (impotency, venereal disease, unfulfilled coupling). Gilbert Cates directs it like an R-rated TV show, though some of the intended bite (laced with grown-up, witty humor) manages to come through, and the cast is good--however less of hammy Dom DeLuise would have been an improvement. Wood, in particular, shows a great deal of growth since her not-dissimilar dalliance with sexual inhibitions in 1969's "Bob & Carol & Ted & Alice"; she's surprisingly loose and physical here, and works comfortably with Segal, though George himself is rather wrung-out. With the sexual revolution of the 1970s fading fast upon its release, the film didn't stand a chance at the box-office, but parts of it are very funny and trenchant and have held up well.
Thanks for your comment, Paco Granados
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