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CRITICA EN EL PERIODICO "LA VANGUARDIA" (22-1-1954)
No es nuevo, pero nunca dejará de ser conmovedor el drama de la persona que padece una enfermedad incurable y que sabe cuál es el plazo que le queda de vida; y es mas emotivo todavía si esta persona es una mujer joven enamorada de su marido, con una simpatiquisima hija y un hogar encantador, como ocurre en "Amarga Sombra". Y ocurre algo más aún, aquello que da un riesgo nuevo al conocido asunto y con lo que la película cobra un fondo de originalidad muy notable, a saber: la protagonista sabe que va a morir y saber cuándo, porque se lo ha dicho su médico en una escena de la película rigurosamente inadmisible en este punto concreto, entre otras razones porque un médico jamás debe decir a un paciente en que fecha aproximada va caer victima de su enfermedad, de no haber motivos poderosisimos que así lo aconsejen. Pues bien, la protagonista, una vez superada su angustia, en un enorme esfuerzo espiritual comprende que su marido y su hija van a quedarse solos y culmina su sacrificio preparando en vida el lenitivo para la existencia de los suyos en forma de otra mujer...Esta tensión del asunto es a nuestro juicio, lo mas interesante de "Amarga Sombra", cuyas características de intenso patetismo, han sido tratadas con un estilo hecho con finura y ponderación, limitado en lo cinematográfico, pese a lo habitual en su director, Rudolph Mate, tan dado a los cerebralismos visuales, a una planificación sencilla, dedicada a resumir en imágenes unos estados de ánimo tremendamente dolorosos que hallan la mejor expresión en el rostro envejecido, marchito y dulce de Mrgaret Sullavan, la actriz a la que debemos tan grandes y bellos recuerdos. No hay, pues en la película ningún exceso de sensiblería o de literatura plañidera. Es cierto que parte de un punto escasamente razonable y que existe alguna que otra situación poco estudiada, pero no lo es menos que la emoción del drama lo borra todo y se adentra por el alma del espectador con vibrantes acentos, sobre el fondo musical "leit-motif" de la cinta, de la magnifica primera sinfonía de Brahms. Aparte Margaret Sullavan, sobresalen Viveca Lindfors, la exquisita actriz sueca que no ha llegado a la cima no sabemos por qué razones; la graciosa pequeña Natalie Wood "que ya debe estar muy crecidita" y los excelentes actores Wendell Corey y John Mac Intyre. H. SÁENZ GUERRERO.
No Sad Songs For Me expresses what Margaret Sullavan wishes when she learns she has terminal cancer. She thinks she's pregnant, but that's the verdict from her doctor John McIntire. Her problem is now how best to arrange her life's final months. She'll be leaving behind husband Wendell Corey and daughter Natalie Wood. And Sullavan has an interesting problem on her hands in the person of Viveca Lindfors, a new employee for her surveyor husband. There's a growing attraction between them and normally that would call for claws to come out. But Sullavan is thinking of Wood as well and face it Lindfors is a nice person who's not doing anything to encourage Corey. As for Wendell he's behaving like a perfect gentleman, but the signs are there. This is a fine and literate adult drama about a woman facing terminal illness and looking to make the best of it for herself and her family. Sullavan who mostly played tragic roles on screen gives her farewell big screen performance in No Sad Songs For Me. She did do television and stage work until her suicide in 1960. In fact all the members of that screen family ended badly. Natalie Wood drowned way too young and Wendell Corey became a misanthropic alcoholic who died too young of liver cancer. Read Kirk Douglas's memoir The Ragman's Son to find out about how Corey's career turned bad.
But in this film all the players give strong performances and the film never turns maudlin. That final shot with Lindfors and Wood with Sullavan's shadow looming over them is unforgettable.
Thanks for your comment, Paco Granados
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