CRITICA EN EL PERIODICO "LA VANGUARDIA" (14-2-1951)
.Podrán reprocharsele muchos defectos al cine americano, podrá decirse de él que peca de comercializado y vacuo de cándido y superficial, pero nadie dejará de reconocer que en esta hora dada a los más amargos neorrealismos, cinematográficos, es precisamente el cine americano que todavía huye de ellos, fluye para contarnos de vez en vez como ahora en "Vida de mi Vida" una historia sencilla tenue y conmovida, en la que vibran con la resonancia de viejas melodías olvidadas, los temas constantes del amor entre padres e hijos, del amor con que la vida llama en las puertas floridas de la adolescencia y de la visión del mundo que esta misma adolescencia tiene cuando ante si se abre el tremendo interrogante de un problema que esta película plantea y resuelve de la manera mas noble y ejemplar. En cierta forma "Vida de mi Vida" se apoya en motivos excesivamente convencionales y acaso también se componga toda ella sobre cálculos un poco elementales, cuyos resultados puede obtener cualquiera, esto es cierto, pero vale la pena señalar también que los valores de la película se originan precisamente en aquellas caractericticas, gracias a las cuales, el drama no se sale nunca de los limites reales de una emoción tibia y dulce que se apodere poco a poco de la sensibilidad del espectador, hasta rendirse a las alegrías de la joven "Gail", quien solo llega a saber lo bueno ha sido Dios con ella, cuando ha sufrido la prueba de encontrar a su madre que nunca lo había sido para ella. Diríase a juzgar por lo que antecede, que hay en el asunto un cierto regusto de novedad rosa, más quien lo considere así, no dejará de reconocer asimismo, que "Vida de mi Vida" sabe muy bien como eludir la fácil tentación del sentimentalismo al alcance de todos los bolsillos espirituales, para componer su gracia cordial humana en torno a la luz y la frescura de un modo de vida en este caso el de una familia media norteamericana descrita con autentica ternura y simpática tanto en lo que se refiere a los pormenores de la existencia hogareña como el perfil de los personajes, la buenísima Ann Byth ya encajaba en una excelente norma interpretativa, pasando por todos y cada uno de los interpretes del reparto, en el que sobresalen la creación tan breve como soberbia de Ann Dvorak, en la figura de más profundidad dramática de la cinta. Todas las virtudes sensibles y de suavidad que distingue a "Vida de mi Vida" son producto pues de la inteligencia con que se ha desarrollado un tema, que tal vez en su forma original tuvo mayor vigor patético, aunque, no mejores propósitos emocionales. De cualquier forma y aparte los méritos aludidos destaca la realización, púdica fina legitamente realista de David Miller, y el sentido dominante poético que se ha infundido a buen numero de secuencias a las que sirve de soporte lírico de un melódico "left-motiv" tema musical. .H. SÁENZ. GUERRERO
Kids. They're everywhere. Always underfoot, or out and about, it's only a matter of time before one spills the beans and unearths your family's buried secret. In this timely drama from the far-off Forties, the secret in question is the past adoption of the oldest daughter, played by the always capable Ann Blyth. She was an actress who was small boned, with a porcelain-like face and a voluminously deep cadence. Afterall, she was a trained opera singer. Although petite, it was always difficult (for me) to view her as a teenager. Let me first say, the extended opening sequence concerning the arrival and assembly of a spanking new television set is quite remarkable. First, I found it hard to believe that televisions came in pieces like your kid's bicycle. Second, the rather tipsy and unstable relationship between the two oldest girls is on display--roof-side--within full view of all the neighbors. And us. The man of their dreams just so happens to be the fellow who is installing the aerial on the family's roof. The entire scene teeters on the shingled see-saw of a colossal courting snafu. And third, the youngest daughter's constant badgering of the other delivery man, as he attempts to assemble the glowing box of fuses and tubes, can only be described as finger-nails-on-blackboard annoying. But forgiven. Perfectly contrasted with the level-headed Blyth, Joan Evans, the middle daughter, is a revelation of bad intentions and devious schemes. But there is still something appealing about her. We don't root against her. Natalie Wood, the youngest daughter, has all of her acting ducks in a row. As usual. The best performance, however, is turned in by Ann Dvorak, playing the woman who puts baby Blyth up for adoption. She's a bundle of raw nerves in her two pivotal scenes. She smokes like an incinerator, paces back and forth and has her head on a spinning rotor. The meeting between her and Blyth is heartbreaking. The movie doesn't try to soft peddle the truth: life is not always neat and tidy like a box of soap powder.
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